LA RELIGIÓN EN LA NUEVA ESPAÑA
Clero secular
Es
el que vive "en el siglo", es decir, dentro de la sociedad de los
hombres sometido a sus leyes humanas, y administra los sacramentos. También se
le llama diocesano (derivado de 'diócesis'). Su organización jerárquica parte
del papa -de los patriarcas en la Iglesia Ortodoxa-, continúa con los obispos,
presbíteros y diáconos. No forman parte del clero lo que antiguamente se
llamaban órdenes menores, hoy día extintas, como el ostiario. A pesar de que se
llame cura al presbítero en general, solamente son curas los que tienen a su
cargo la cura de almas, es decir, los que tienen nombramiento como párrocos en
una determinada parroquia, aunque hoy día se aplique a cualquier presbítero en
general. Asimismo, el término sacerdote no se aplica solamente al presbítero
sino también al obispo. Sin embargo, a pesar de no tener que ver con la
condición de clérigo ni con el orden sacerdotal, existen otros títulos que se
aplican sobre el clero (en sus tres órdenes), como el de arcipreste, canónigo,
magistral, capellán, prelado, cardenal, vicario, beneficiario, arzobispo,
exorcista, entre otros muchos.
El
celibato eclesiástico del clero secular, que no existió durante los primeros
siglos del cristianismo y que no se aplica en la iglesia ortodoxa ni en algunos
ritos orientales de obediencia católica (o a título individual por algunos
casos en la iglesia católica de rito occidental), es uno de los temas más
controvertidos en la actualidad (movimiento por el celibato opcional), así como
la ordenación de las mujeres o de los homosexuales en algunas iglesias
reformadas. No hay que confundir el celibato con el voto de castidad del clero
regular.
San
Juan María Vianney, el santo cura de Ars fue designado como patrono del clero
secular por Pío XI en 1925.3
Clero regular
Es
el que sigue una regla, y no es secular porque vive fuera del siglo, es decir,
fuera de la sociedad de los hombres. En su origen se iban al desierto (en las
afueras de las ciudades egipcias del siglo IV y V) tanto individualmente
(anacoretas o eremitas, algunos más excéntricos subidos a un árbol o una
columna: dendritas o estilitas) como en grupos (cenobitas). Hay muchas órdenes
distintas dentro del clero regular, cada una de las cuales se rigen por una
norma de conducta diferente. Asimismo, las órdenes se dividen en mendicantes y
contemplativas. Los primeros viven en conventos urbanos, y predican el
evangelio mediante la enseñanza y, en ocasiones, las obras. Los segundos se
recluyen en monasterios rurales, y dedican su vida al estudio de la biblia y autores
canónicos. Los miembros del clero regular son habitualmente denominados
religiosos. Propiamente son clérigos sólo si han recibido las órdenes sagradas,
cosa que no se extiende a la mayor parte de sus miembros, a excepción de
algunas órdenes (por ejemplo, los canónigos regulares como los
premostratenses), y está excluida por principio en las órdenes y congregaciones
femeninas (implicaría el sacerdocio femenino). A pesar de ello, se utiliza
habitualmente la expresión clero femenino y clero regular femenino, incluso en
la bibliografía especializada, y es de uso común en historiografía.4 El Código
de Derecho Canónico establece que la vida consagrada no es ni clerical ni
laical
Seminario conciliar
Cabildo
catedralicio
En
la Iglesia católica y de acuerdo con el Derecho canónico, el cabildo
catedralicio es un colegio de clérigos instituido para ayudar al obispo con su
consejo y, en caso de quedar vacante la sede cardenalicia, suplirlo en el
gobierno de la diócesis o de la parroquia. Su creación y disolución es facultad
del papa. Los cabildos se componen de canónigo y dignidades y pueden ser numerados (dotados de prebendas fijas) y no numerados (el número de
canónigos señala el obispo según las rentas).
En
las localidades donde no existe una catedral y, no obstante, se ha instituido
un colegio de clérigos, se le denomina Cabildo colegial, con las mismas
funciones que el cabildo.
Seminario conciliar
Iniciada
la misión evangelizadora en América durante el siglo XVIII se concretaron
muchas expectativas para la formación de la Iglesia en México, dentro de las
cuales la prioridad fue la fundación de colegios, doctrinas y conventos, los
cuales se dieron como una importante inspiración en el campo de la propagación
de la fe cristiana. Muchos de estos centros educativos para indígenas se
fundaron pocos años antes del 1563 cuando el Concilio de Trento había decretado
la fundación de seminarios de carácter catedralicio. En México la diferencia
entre los colegios para los hijos de los nobles y los seminarios para clero
nativo fue desapareciendo paulatinamente, de hecho fueron los segundos quienes
prevalecieron en el marco de la formación de la Iglesia del nuevo Mundo. Los
fenómenos del mestizaje y del Criollismo no obstaculizaron la formación de una
nueva conciencia eclesial. Más todavía el interés de España por la erección de
instituciones fundamentales en el nuevo territorio conquistado permitió la
generación de una identidad religiosa única en la iglesia, la cual se vería
reflejada en la identidad de un seminario que fomentaría las vocaciones indígenas,
criollas y mestizas. El III Concilio provincial Mexicano celebrado en 1585
hablaba ya sobre la fundación del Seminario Conciliar como lo pedía Trento. En
1592 Felipe II expidió una Cédula Real donde ordenó la fundación de seminarios
en todos los virreinatos de la Nueva España. A pesar de las disposiciones de la
Corona los intentos de fundación de los seminarios en México fueron lentos pero
consistentes.
Pirámide del clero
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