domingo, 25 de noviembre de 2012

LA RELIGIÓN EN LA NUEVA ESPAÑA


LA RELIGIÓN EN LA NUEVA ESPAÑA



Clero secular

Es el que vive "en el siglo", es decir, dentro de la sociedad de los hombres sometido a sus leyes humanas, y administra los sacramentos. También se le llama diocesano (derivado de 'diócesis'). Su organización jerárquica parte del papa -de los patriarcas en la Iglesia Ortodoxa-, continúa con los obispos, presbíteros y diáconos. No forman parte del clero lo que antiguamente se llamaban órdenes menores, hoy día extintas, como el ostiario. A pesar de que se llame cura al presbítero en general, solamente son curas los que tienen a su cargo la cura de almas, es decir, los que tienen nombramiento como párrocos en una determinada parroquia, aunque hoy día se aplique a cualquier presbítero en general. Asimismo, el término sacerdote no se aplica solamente al presbítero sino también al obispo. Sin embargo, a pesar de no tener que ver con la condición de clérigo ni con el orden sacerdotal, existen otros títulos que se aplican sobre el clero (en sus tres órdenes), como el de arcipreste, canónigo, magistral, capellán, prelado, cardenal, vicario, beneficiario, arzobispo, exorcista, entre otros muchos.
El celibato eclesiástico del clero secular, que no existió durante los primeros siglos del cristianismo y que no se aplica en la iglesia ortodoxa ni en algunos ritos orientales de obediencia católica (o a título individual por algunos casos en la iglesia católica de rito occidental), es uno de los temas más controvertidos en la actualidad (movimiento por el celibato opcional), así como la ordenación de las mujeres o de los homosexuales en algunas iglesias reformadas. No hay que confundir el celibato con el voto de castidad del clero regular.
San Juan María Vianney, el santo cura de Ars fue designado como patrono del clero secular por Pío XI en 1925.3






Clero regular

Es el que sigue una regla, y no es secular porque vive fuera del siglo, es decir, fuera de la sociedad de los hombres. En su origen se iban al desierto (en las afueras de las ciudades egipcias del siglo IV y V) tanto individualmente (anacoretas o eremitas, algunos más excéntricos subidos a un árbol o una columna: dendritas o estilitas) como en grupos (cenobitas). Hay muchas órdenes distintas dentro del clero regular, cada una de las cuales se rigen por una norma de conducta diferente. Asimismo, las órdenes se dividen en mendicantes y contemplativas. Los primeros viven en conventos urbanos, y predican el evangelio mediante la enseñanza y, en ocasiones, las obras. Los segundos se recluyen en monasterios rurales, y dedican su vida al estudio de la biblia y autores canónicos. Los miembros del clero regular son habitualmente denominados religiosos. Propiamente son clérigos sólo si han recibido las órdenes sagradas, cosa que no se extiende a la mayor parte de sus miembros, a excepción de algunas órdenes (por ejemplo, los canónigos regulares como los premostratenses), y está excluida por principio en las órdenes y congregaciones femeninas (implicaría el sacerdocio femenino). A pesar de ello, se utiliza habitualmente la expresión clero femenino y clero regular femenino, incluso en la bibliografía especializada, y es de uso común en historiografía.4 El Código de Derecho Canónico establece que la vida consagrada no es ni clerical ni laical











Cabildo catedralicio




En la Iglesia católica y de acuerdo con el Derecho canónico, el cabildo catedralicio es un colegio de clérigos instituido para ayudar al obispo con su consejo y, en caso de quedar vacante la sede cardenalicia, suplirlo en el gobierno de la diócesis o de la parroquia. Su creación y disolución es facultad del papa. Los cabildos se componen de canónigo y dignidades y pueden ser numerados (dotados de prebendas fijas) y no numerados (el número de canónigos señala el obispo según las rentas).
En las localidades donde no existe una catedral y, no obstante, se ha instituido un colegio de clérigos, se le denomina Cabildo colegial, con las mismas funciones que el cabildo.







Seminario conciliar




Iniciada la misión evangelizadora en América durante el siglo XVIII se concretaron muchas expectativas para la formación de la Iglesia en México, dentro de las cuales la prioridad fue la fundación de colegios, doctrinas y conventos, los cuales se dieron como una importante inspiración en el campo de la propagación de la fe cristiana. Muchos de estos centros educativos para indígenas se fundaron pocos años antes del 1563 cuando el Concilio de Trento había decretado la fundación de seminarios de carácter catedralicio. En México la diferencia entre los colegios para los hijos de los nobles y los seminarios para clero nativo fue desapareciendo paulatinamente, de hecho fueron los segundos quienes prevalecieron en el marco de la formación de la Iglesia del nuevo Mundo. Los fenómenos del mestizaje y del Criollismo no obstaculizaron la formación de una nueva conciencia eclesial. Más todavía el interés de España por la erección de instituciones fundamentales en el nuevo territorio conquistado permitió la generación de una identidad religiosa única en la iglesia, la cual se vería reflejada en la identidad de un seminario que fomentaría las vocaciones indígenas, criollas y mestizas. El III Concilio provincial Mexicano celebrado en 1585 hablaba ya sobre la fundación del Seminario Conciliar como lo pedía Trento. En 1592 Felipe II expidió una Cédula Real donde ordenó la fundación de seminarios en todos los virreinatos de la Nueva España. A pesar de las disposiciones de la Corona los intentos de fundación de los seminarios en México fueron lentos pero consistentes.






Pirámide del clero















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